Escrito por: Juan TH
Al ver la foto de William Batista Checo, vivo en manos de la Policía, luego muerto en un “intercambio de disparos” con la misma Policía, me asaltaron como un rayo los recuerdos de un pasado tenebroso que creí olvidado. La Policía de hoy es la misma que participó en asesinatos de gente que debió proteger, no importa que fuera culpable.
Salvo raras excepciones, cada jefatura tiene su propio cementerio. Y cuando no lo tiene, alguien, desde las alturas del poder, lo exige con el argumento de “mano dura contra la delincuencia”. Pero contra la delincuencia de los pobres que son pobres por la delincuencia de los de arriba que les roba toda posibilidad de salir de la marginalidad y la miseria. Contra los delincuentes de arriba, los que quiebran bancos y quiebran el país llevando a la miseria a millones de personas, nadie pide mano dura.
Esos no mueren en “intercambios de disparos”. La Policía los protege de todo mal, incluso en la cárcel, donde esperan su indulto presidencial. La Policía es la misma que creó el Jefe, con su imagen de terror. Cuando hay que matar, mata. No es una policía civil, como las de estos tiempos modernos, es una Policía militar, como las de antes, cuando los dictadores decidían quienes tenían que vivir y quienes debían morir. Un policía, más si es general, mucho más si es el jefe, es un juez supremo.
Hitler aprendió de Mussolini, Franco fue alumno aventajado de Hitler. Trujillo lo fue de Franco… y así sucesivamente. Antes que ellos había otros, claro que había otros. La historia del crimen y la barbarie no es tan antigua como la historia de la raza humana, pero es bastante vieja.
Sin embargo, la Policía de Mussolini en Italia no es la misma de hoy. La Policía de la Alemania fascista de Hitler no es ni sombra. Ni la de España. Franco murió. Ni siquiera la Policía de los países latinoamericanos del Cono Sur que sufrieron sangrientas dictaduras, es la misma. Todas se han transformado positivamente sin cambiar su rol de fuerza represiva al servicio de los intereses de las clases dominantes.
¿Por qué en la República Dominicana la Policía sigue siendo esencialmente la misma? ¿Qué es, para la Policía, “presunción” de inocencia? La Policía no es parte de la solución al problema de la delincuencia, es parte del problema. Los ciudadanos le tememos tanto o más a la Policía que a los delincuentes. En muchos casos unos y otros, son los mismos. El actual jefe de la Policía no tiene nada qué envidiarle a muchos de sus antecesores. Llegó al cargo con el sobrenombre de “El Cirujano”. De continuar en el cargo pronto no habrá espacio en el Cristo Redentor. Eso, sin embargo, no terminará con el crimen ni la delincuencia. La pena de muerte, que de algún modo existe en la República Dominicana, no resuelve el problema. No lo ha resuelto en ningún país. Lo que hace falta es una nueva Policía. Nueva en el concepto, nueva en la práctica.
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