Por Jairon Severino.
Cotuí, el municipio capital de la provincia Sánchez Ramírez, es un lugar perfecto para el ecoturismo. Si sales de Santo Domingo, el trayecto para llegar a este centenario pueblo se convierte en una cita con el paraíso. La vía verde que comienza inmediatamente se dobla a la derecha en Piedra Blanca, en la autopista Duarte, es una invitación a conocer un pueblo de gente caracterizada por la amabilidad y el servicio.
Lo más recomendable es ir a una velocidad prudente para disfrutar al máximo el panorama que ofrece el parque Los Haitises, entre Maimón y Cotuí. Las montañas están preñadas de árboles y todavía se ven algunas fuentes de agua brotar de sus entrañas. La humildad del cotuisano resalta y el ambiente campesino predomina en casi todos los lugares.
Una vez se entra al pueblo el primer saludo lo da la iglesia Inmaculada Concepción, la cual ha sido el centro religioso por más de 450 años de los cotuisanos. La edificación conserva un interior majestuoso y en su frente, como se caracterizan los pueblos fundados por los españoles, está el principal parque del pueblo, en el cual se levantan esculturas y un obelisco que sirve de orientación a los parroquianos. Los fines de semana son propicios para que gran parte de los ciudadanos se reúnan a compartir.
Los cuatro estandartes del municipio están representados en la presa de Hatillo, la mina de oro, las guácaras taínas y la vasta producción de arroz que depende básicamente de las aguas benditas del río Yuna, el segundo más caudaloso de República Dominicana con 210 kilómetros de longitud.
El principal atractivo ecoturístico es la presa de Hatillo, ubicada a seis kilómetros al suroeste del municipio de Cotuí. El embalse tiene un volumen de agua de 710 millones de metros cúbicos, una superficie de 22 kilómetros cuadrados y una longitud máxima de 15 kilómetros. Es un centro de pesca por excelencia en el país, acoge centros de observación turística, restaurantes y se organizan paseos en botes y competencias deportivas. El agua cristalina y en ella viven especies de agua dulce. El paisaje está dominado por un verde extremo que hace pareja perfecta con la tranquilidad de lugar. El lago de la presa es el más grande las Antillas.
La belleza del lugar contrasta con lo pesado y lento que resulta el trayecto de seis kilómetros de carretera desde el centro de Cotuí hasta el embalse, ya que está en mal estado. Sus habitantes dicen estar cansados de reclamar la vía que a su entender servirá de empuje económico de la zona, pues los centros de diversión y restaurantes casi no reciben visitantes a menos que no sea en épocas de alta influencia de turistas locales y extranjeros.
Las guácaras
Muchas provincias dominicanas poseen estas cavernas. Sin embargo, es poco probable que algunas de ellas se comparen, sobre todo en su importancia arqueológica e histórica, con las que existen en la provincia Sánchez Ramírez. Como ejemplo basta mencionar la que se conoce como El Hoyo de Sanabe y la guácara del Comedero, la primera se encuentra en un pequeño islote ubicado en medio del lago de la presa de Hatillo. Antes era conocida como la guácara del Peñón de la Sabana. Según investigaciones en el lugar, los aborígenes rindieron culto a la naturaleza inmolando niños de 12 a 14 años, ya que se encontraron esqueletos humanos de aproximadamente esas edades, además esta caverna contiene pictografías de gran importancia. Están los siameses, constituyendo el mayor mural de pictografías taínas detectado hasta el momento en el país, y cerca de estos un cuadrúpedo que algunos entendidos confirman que es un jaguar, entre otros animales que adornan las paredes de la guácara conocida como el gran templo taíno de la isla.
Con respecto a la guácara del Comedero, posee en sus paredes unos jeroglíficos que parecen esculpidos a cincel, y cruces en forma de laberinto que conforme a los arqueólogos significan o expresan los meses lluviosos del calendario taíno, lluvia que tanto bien hacían a sus cosechas.
Uno de los pilares económicos y que sirve de atractivo ecoturístico en la zona es la producción de arroz, del cual se siembran alrededor de 250,000 tareas todos los años. También se produce plátano, cacao, piñas, yuca, café, aguacates, ñames, naranjas, limones, maíz, batata y otros frutos menores.
El otro gran centro de atención de los cotuisanos y del mundo ha sido el oro que todavía permanece en sus entrañas. Es sobradamente conocido que la otrora Rosario Dominicana explotaba la mina de oro a cielo abierto más importante del mundo. Hoy este yacimiento minero, con más de 500 años de explotación, está en poder de Barrick Gold, empresa que ha prometido la inversión de US$700 millones para extraer más de 20 millones de onzas de oro que han sido identificadas. Este dato habla de que Cotuí es una de las ciudades más antiguas de América. El subsuelo cotuisano posee yacimientos de plata, hierro, bauxita, mármol y níquel.
El carnaval cotuisano es uno de los más antiguos del país, la diversidad de sus personajes, sus características y demás elementos importantes ligan de manera irrevocable esta festividad a la época colonial de la cual Cotuí no puede ser ajeno, pues este pueblo acaba de celebrar su quinto centenario. Pero es justo reconocer que el carnaval de Cotuí aunque desciende de España como todas las tradiciones carnavalescas dominicanas, por ser Cotuí un pueblo minero desde su fundación llegaron los primeros esclavos africanos. Luego del cierre de las minas formaron partes del núcleo poblacional de La Mejorada Villa, abrazándola con su influencia cultural e impregnando el carnaval cotuisano de origen hispano con la rica costumbre africana. Desde la fundación de Cotuí, la virgen Inmaculada Concepción ha sido la matrona de la ciudad.
Aunque hubo una élite española explotadora de las ricas minas de oro de Cotuí, los sectores populares descendientes de negros congos africanos terminaron adueñándose del carnaval, convirtiéndolo en uno de los más ricos creadores y democráticos del país, donde el pueblo es su principal protagonista.
Aunque habían personajes de carnaval, como por ejemplo: El muñeco, Los tiznaos, comunes a otros lugares del país, surgió una variedad muy particular como son el mediodía, la litera, el muerto con su plegaria, la culebra y los siete pecados, el general cocotico y la muerte en zancos. Pero de todos ellos los platanuses son los más impactantes y hermosos, de los cuales surgen los papeluses.
Con sus trajes de hojas de plátanos secas y sus máscaras vegetales de higüeros, adornados indiscriminadamente de comején y panales de avispas, el carnaval de Cotuí logra una hermosa dimensión artística, cultural y antropológica, única en el país.
DATOS…
Según el Censo de Población y Vivienda de 2002, el municipio tiene una población total de 74,056, de los cuales 37,745 eran hombres y 36,311 mujeres. La población urbana del municipio era de 56.87%.
DATOS..
Las montañas más importantes de la provincia Sánchez Ramírez son. la Naviza de 680 metros, Guardarraya con 592 metros y la Trinchera con 496 metros.
Cotuí en la lucha patria
A mediados del siglo XVII, Cotuí se había convertido en una de las principales ciudades de la parte norte de la isla de Santo Domingo, sus moradores al darse cuenta que tenían mucho en común con los demás pueblos del territorio isleño fueron de los primeros que se levantaron en defensa de la nacionalidad. En mayo de 1655 Santo Domingo fue invadido por más de diez mil ingleses, con el objetivo de tomar por asalto la capital y luego apoderarse de toda la isla. Treinta y siete especializados lanceros cotuisanos se trasladaron a Santo Domingo a defender la ciudad, ellos fueron: el Alférez don Alvaro Otáñez, Blas Pérez, Francisco Matheo, Antonio Suarez Otáñez, Don Alonso de Joan de León, Andrés Hernández, Diego Monegro, Joseph Reinoso, Cristóbal Reinoso, Asencio Méndez, Julio Martín Benito, Julio Díaz Pizaña, Luis Daza, Diego Rodríguez, Hernando Gallego, Gaspar de Peralta, Luis Germán Francisco Pérez, Andrés de Rivera, Cristóbal Louis, Jerónimo Hernández Gallego, Andrés Hernández, Juan de la Torre, Francisco Ruiz, Diego Pimentel, Don Julio Gallegos, Pedro Sanchez Raya, Antonio de Mendoza y Luis García.
La audacia y el valor de hombres decididos volvieron a manifestarse en los cotuisanos, 18 años después que la furia de sus espadas hiciera estragos en los predios invasores para impedir que se tomara por asalto la ciudad de Santo Domingo.
Para 1673, las principales ciudades de la región (Santiago, La Vega y El Cotuí) habían sido sometidas a constantes agresiones de filibusteros, los cuales instalaron su base en la isla de la Tortuga y lograron apoderarse de Samaná, donde podían llevar a cabo sus actividades vandálicas contra estas tres ciudades del Cibao. Cansados de las frecuentes incursiones de estos intrusos, los cotuisanos decidieron expulsarlos a sangre y fuego de Samaná, ya que los invasores habían establecido una especie de colonia en este lugar encabezados por su comandante Beltrán Ogeron, quien no tuvo más remedio que abandonar el codiciado territorio.
Otra gran hazaña de los cotuisanos fue su participación masiva y decidida en la gloriosa batalla de Palo Hincado en noviembre de 1808. El brigadier nativo de Cotuí fue a la lucha acompañado de más de un centenar de cotuisanos a la cabeza de los cuales iba su hermano Remigio Sánchez Ramírez y Bernardino Suárez. Juan Sánchez Ramírez se colocó como líder de los dominicanos para derrotar a los franceses en la memorable batalla, luego bajo su dirección los dominicanos arrojaron a los extranjeros de este territorio mediante la lucha histórica denominada La Reconquista, porque los dominicanos en este proceso reconquistaron su nacionalidad y preservaron su identidad.
Juan Sánchez Ramírez nació en 1762 en la casa de sus padres frente a la Plaza de Arma en el centro de la ciudad de Cotuí. Era su padre Miguel Sánchez, rico terrateniente de la época y destacado oficial de milicias, ocupó por varios años la Comandancia de Arma de Cotuí y Francisca Ramírez su madre, además otro hermano de Juan Sánchez Ramírez fue Rafael Sánchez Ramírez, Juez de Paz en Cotuí el año 1825, (datos localizados en el archivo del Palacio de Justicia de Cotuí).
El brigadier casó en la parroquia Inmaculada Concepción de Cotuí con Josefa Pichardo y Delmonte, del matrimonio nacieron dos hijos, Juana y luego José, ambos bautizados en la indicada parroquia.
En la lucha por la independencia y luego por la restauración de la República, también se destacaron un sin número de cotuisanos, los más notables fueron: el presbítero Juan Puigvert, coronel José Valverde, Basilio Gavilán, Esteban Adames, Francisco Suriel, José Epifanio Márquez y Tomás Castillo. El 24 de junio del 1844, Cotuí recibió la honorable visita del Padre de la Patria Juan Pablo Duarte y Diez.
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